Martha Susa, una mujer de 38 años aproximadamente, llegó a mi consultorio con un sentimiento muy grande de desesperanza y desanimo… repetía constantemente que ya estaba cansada de pedir, que ya estaba harta de soñar con ser más próspera, con tener una buena pareja y de que en general su vida adquiriera algún sentido.
Martha había probado de todo, terapias, rituales, psiquiatras, cartas, runas, astrología, etc. y lejos de traerle solo estados de ánimo eufóricos pero momentáneos, le dejaban una fuerte sensación de frustración al ver que nada funcionaba!
Sin duda, estaba muy deprimida. Luego de indagar un poco más sobre sus deseos y lo que ella estaba esperando de la vida… me surgió hacerle una pregunta: ¿Será que verdaderamente tu estas en la capacidad de recibir todo eso que pides?
¿Qué harías si mañana mismo te llaman de esa empresa transnacional?
¿Qué harías si ahorita mismo suena el teléfono y es el hombre de tu vida?
¿Qué harías si solicitas el saldo de tu cuenta y te dicen que tienes lo que pides o más?
Martha era la mas pequeña de cuatro hermanos, cabe destacar que todos se encontraban ya fuera de casa y haciendo sus vidas… ella inconcientemente había decidido quedarse allí para cuidar de sus padres… entonces…
¿Cómo la iban a llamar de esa gran empresa, si eso significaba no tener tiempo para cuidar y proteger a sus padres, además de no molestar a sus hermanos quienes se encargaban de reforzarle a través de la culpa que ella debería hacerlo? Por supuesto, por muy cruel que suene… a ellos les convenía que Martha se quedara allí… sin empleo, sin dinero y sin pareja… y ella inconcientemente hizo ese pacto familiar…
Martha se asustaba con cualquier demostración de afecto o acercamiento de cualquier hombre… ¿Por qué?... ¿No se supone que ella estaba esperando a su príncipe azul? Y… ¿Por qué a la final solo se topaba con hombres débiles de carácter, infantiles y con limitaciones económicas?... por supuesto!... con esto se aseguraba de que ninguno de ellos tuviese la capacidad económica, ni mental ni emocional de sacarla de allí y ese tipo de hombres jamás le pediría vivir juntos y hacer una vida, sencillamente porque no tendrían la capacidad…
¿Y cómo iba a lograr tener algún día esa cifra en su cuenta que tanto esperaba?... si eso le sucedía, ya no tendría excusas para salir de su cárcel.. y con ello abandonaría a sus viejos, sería desleal a sus hermanos y se sentiría profundamente culpable por haberlos traicionado!
Es por ello que le recomendé a Martha, que revisara esa lista de deseos y que en los próximos días se cuestionara si de verdad su gran deseo era SALIR DE ALLÍ Y ROMPER EL PACTO DE PROBREZA Y SOLEDAD QUE HABIA FIRMADO CON SU CLAN FAMILIAR!
Ondina Patricia Pilca