Ondina Pilca

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16 de abril de 2012

Nuestra Venezuela… ¿Necesita Terapia?... ¿Somos un país emocionalmente dependiente?


Como ciudadana de este país y en el momento histórico en el que estamos viviendo, me siento preocupada por el grado de violencia en el que nos estamos manejando y que está dejando en evidencia, nuestros más profundos defectos de carácter: rabia, ira, impotencia, agresión verbal y física, angustia, etc., producto de la disfuncionalidad y el grado de dependencia emocional que tenemos como país, y que nos hace escuchar desde la emoción y no ver la realidad.

Comencemos por dar la definición de Dependencia Emocional que significa relacionarse destructivamente. Es la necesidad extrema de carácter afectivo que una persona siente, y la traslada a su mundo relacional.


La Dependencia Emocional es un deseo constante de afectos, de llenar esa necesidad a lado de alguien constantemente, al cual se le idealiza y se le considera poderoso, a esa persona se le concibe como sentido de la vida del dependiente, por lo menos hasta que encuentre otra persona lo antes posible.

Dependencia por definición significa estar subordinado a una persona o cosa. Hay muchas formas de dependencia, dependencia económica, dependencia a un objeto adictivo, dependencia a un trabajo, a una ideología, etc.

¿Qué es lo que el dependiente demanda? Lo que el dependiente busca constantemente, lo que demanda es amor.

Su comportamiento siempre persigue el mismo fin: lograr la aprobación y el amor del otro sin importar el precio que ello represente. La persona con dependencia emocional prioriza las necesidades de otros a las propias, así los deseos y pedidos de los demás son más importantes que lo que él/ella quiera o desee. No sabe o no puede decir que no. Siempre va a buscar satisfacer a los demás aún a costa de su propio deseo y de sus propias necesidades que no reconoce.

Si Venezuela fuese un paciente, al que yo tuviese en consulta, comenzaría por tratarla como dependendiente emocional… ya que, sin generalizar por supuesto, tenemos tendencia al fanatismo, a buscar satisfacción y llenar nuestras carencias de todo tipo con algo de afuera y nos quedamos en el discurso en lugar de evaluar las acciones.

El amor… y aquí no hablo del amor tonto… hablo del amor que genera bienestar propio y bienestar a los demás, no se da con lástima, ni es una dadiva… el amor se actúa, se evidencia, se palpa en las acciones y en los resultados… es como aquella mujer que tiene un marido maltratador… y uno le dice: ¡Oye… ¿No ves que te esta golpeando? y la mujer responde… si pero el me dice que me quiere!. Nos quedamos en lo que escuchamos... no vemos las acciones... estamos sufriendo de ceguera emocional!

Obviamente comienzo de lo macro… para luego irme a lo micro, a lo individual, ya que soy fiel creyente de que los cambios más importantes se generan de lo individual a lo colectivo.

En mi opinión particular, el discurso que siempre hemos escuchado como país es el ofrecimiento de la casa, la escuela, la cancha y el salario y ahora la seguridad… y a mi juicio… no veremos cambios contundentes, si seguimos apoyando el discurso de que si tenemos eso, veremos la transformación… porque en el fondo ese mensaje es similar al de “No crezcas, no te responsabilices por ti mismo, para que siempre estés aquí y dependas de mi”

¡No necesitamos solo educación… necesitamos recursos internos, con que enfrentar los grandes temas de la vida!

Ciertamente el estado se debe ocupar de proveernos de todas esas cosas, pero no es una dadiva, no es un regalo, no es un favor… es su deber… no tengo que subordinarme a el para poder recibirlo… el problema esta en que existe mucho analfabetismo emocional, y mientras más creamos que algo de afuera va a venir a hacernos felices, nos vamos frustrando cada día más y esto genera rabia, codicia, envidia… porque si como persona me siento sin recursos internos con los cuáles enfrentar los grandes temas de la vida, violento, mato, maltrato, hago trampas, paso por encima de los demás, no respeto y me transformo en un ser profundamente egoísta, producto no de no tener educación, ni bienes materiales… producto de la insatisfacción y del resentimiento!

Ahora hablando de lo individual… ¿Cuándo vamos a crecer?... y crecer significa hacerme cargo de mi y de mis emociones y de lo que he creado… y de eso no se puede ocupar ningún gobierno… de eso nos tenemos que ocupar nosotros!

Por ejemplo:

Hablando de la violencia… si tengo un hijo violento, algo mal he hecho yo como padre… no es posible que la respuesta a esto siga siendo… “Es que el me salió así”… si los niños nacen perfectos… entonces la causa de tanta violencia, aparte del discurso violento que impacta en la inmadurez emocional de los habitantes de este país… también son las madres que están más preocupadas por la plancha del cabello, los aparatos de ortodoncia, las uñas acrílicas y el silicona, por no nombrar otras cosas… y yo me pregunto… ¿De que vale tener un apartamento hermoso, si el edificio se me esta cayendo encima? ¿De qué vale repetir todas las mañanas “Yo, Ondina soy la hija de la fortuna y de la suerte… cuando tengo una hija de 15 años que busca el amor en el sexo, expuesta a enfermedades y con la promesa de continuar el ciclo de maltrato y abandono, teniendo un hijo a esa edad?

Como reflexión final… y dejando claro que estas si son las cosas de las cuáles nos tenemos que ocupar de manera individual, hago las siguientes preguntas:

¿Qué hacemos con nuestros resentimientos, con nuestras culpas, con la impotencia, con la rabia, con nuestras incongruencias? Porque de todas ellas, si nos tenemos que ocupar nosotros… no vendrá nadie a llevárselas como por arte de magia, no hay fórmula para la felicidad posible, que no parta del reconocimiento de que estamos en un país emocionalmente enfermo y que hasta que no haya un plan de gobierno que incluya al SER, lamentablemente seguiremos en detrimento colectivo.


Ondina Patricia Pilca
Terapeuta/Coach profesional
www.enprimerapersona.net
enprimera.ondina@gmail.com
Facebook: grupo “En primera persona”
Blog: enprimerapersonapev.blogspot.com

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