Ondina Pilca

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1 de octubre de 2014

Padres que no resuelven sus vidas...hijos encadenados.

Tal vez en Latinoamérica, sea usual, cotidiano y tipo normal el cuidado y la abnegación de  los padres… especialmente de las madres sobre sus hijos… y a pesar de que seguimos escuchando aplausos y reconocimientos, por lo que logran esas madres, el esfuerzo que hacen por criar, educar y levantar a los hijos, yo diría que si bien es cierto que son dignas de todas estas alabanzas y por supuesto que no hay que negar que lo hacen desde el amor… ¿Qué hay de esas madres que hacen de sus hijos el sentido de sus vidas, hasta inutilizarlos emocionalmente?  ¿Qué hay de esos hijos que se sienten eternamente culpables por tratar de buscar su felicidad?...  ¿Qué hay de esos adultos…eternos niños a causa de una exagerada protección, que siempre están esperando la aprobación de sus padres para ser felices?


Madres sacrificadas… si!... pero quejosas, que viven de sus sufrimientos pasados y que repiten esos cuentos que recrean tanto dolor, angustia y ansiedad en quien los escucha…especialmente en los hijos, que no saben cómo resolverlo, ni cómo hacerlas felices. Aquí nacen las relaciones AMOR – ODIO…  “Te amo mamá… pero te odio, porque más que amor, me siento encadenado o encadenada a ti”… “No sé cómo complacerte, porque nada te satisface”… “No sé cómo pagarte tanto sacrificio y el precio que pago cada día, es demasiado alto, porque está en juego mi libertad”… Son padres, que inconscientemente ejercen todo tipo de poder sobre los hijos, con el eterno mensaje: “Solo conmigo estas protegido… fuera de mi no encontrarás nada”…  Padres que lo pagan todo, lo solucionan todo, lo dan todo hasta quedarse secos… dando el pescado, en lugar de dejar que los hijos aprendan a pescar… y por supuesto forjando hijos cómodos, que no se atreven a crecer, a desobedecer, a ser responsables de sus propias elecciones, a correr riesgos, a equivocarse, a elegir… penosos hombres y mujeres, que llegan pasados los cuarenta y no han resuelto sus vidas… hijos frustrados, maniatados, conflictivos, que viven en un mundo emocional tan tóxico, como las relaciones que llevan…

Hijos depresivos, que avanzan y retroceden… que buscan escapar de alguna manera y siempre terminan regresando a su cárcel mental y emocional… un regreso con rabia, cargado de dolor, lleno de reclamos y deudas que jamás podrán pagar… hijos casados con sus padres, asumiendo roles que no les corresponden… y padres haciendo todo lo posible, porque se queden allí… para no sentir su propio vacío, para no enfrentarse a su dolor… para que sus vidas tengan algún sentido…
Padres que eligen las parejas de sus hijos a su conveniencia… no dejando que sean ellos mismos quienes decidan con quien o no estar… en fin… ¿Macabro juego psicológico no?.

Sería maravilloso, que pudiéramos establecer un mayor equilibrio en nuestras relaciones padres e hijos… criar hijos preparados para enfrentar la vida y no para quedarse a llenar espacios vacíos y roles que no les pertenecen… Amar es dejar en libertad… no en la libertad mal entendida  que significa “abandono”… hablo de la libertad de SER…  es saberse aprobado y amado, pase lo que pase y elijas lo que elijas… saber que siempre puedes volver sin necesidad de encadenarte y que la felicidad de los padres, no está en manos de los hijos… está en sus manos y que los hijos son motivo de alegrías y tristezas, como todo en la vida… con discusiones, diferencias y puntos de vista personales e individuales… hijos maduros, adultos y capaces de enfrentarlo todo en sus vidas, por sus propios medios… con ayuda… si… pero no con deudas emocionales, ni culpas, ni responsables de la vida de otros.

Creo que se confunde a veces la crianza amorosa y sana, con excesivo control y sobreprotección, que está destruyendo nuestro mundo relacional, convirtiéndonos en seres violentos, buscadores de eternos puestos en la vida, que jamás conseguimos… seres fracasados y tristes…  que lo pierden todo por sentir que están traicionando a esos padres y que no se lo merecen.

Padres… reflexionemos sobre la manera en que han criado a los hijos y como pudiéramos reparar en algo, el daño causado… sobre todo, como pueden comenzar a resolver sus propios temas y dejar en libertad a esos seres que tanto aman.

Hijos… cuestiónense, si la vida que llevan es la que han soñado… si lo que ven es un niño detrás de unas rejas, observando un mundo en movimiento al que no tienen acceso… a pesar de que la reja está abierta y pueden traspasarla cuando quieran…

En ambos casos… es absolutamente necesario iniciar un trabajo de amor, que tal vez implique dolor, pero que inevitablemente nos llevara a crecer, a madurar, a evolucionar y sobre todo a comenzar a construir la vida que queremos con AMOR Y EN LIBETAD PARA TODOS!

Con amor,

Ondina Patricia Pilca
Psicoterapeuta / Coach profesional
www.ondinapilca.com





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