
Por: Ondina Patricia Pilca
Terapeuta/Coach profesional
Las banderas de Chile ondearon desde hace más de una semana por las calles de Copiapó, el municipio al que fueron trasladados los mineros a su salida de la mina. Alguno de los 33 hombres atrapados comentó a un rescatista que le dolía la mano de firmar autógrafos en las banderas de Chile que les envían decenas de organizaciones y empresas. El país se siente orgulloso de los supervivientes, de los ingenieros que han luchado por sacarlos y del Gobierno que promovió un gigantesco dispositivo de salvamento.
Se trató de la mayor operación de rescate de toda la historia de la minería. Horas antes de que comenzara, los periodistas cruzaban rumores sobre el orden en que ascenderían los mineros. Los vecinos de Copiapó se preguntaban en qué lugar preferirían ellos salir. Incluso se contaba que el último de los mineros pasaría a la historia como el que más tiempo sobrevivió a un derrumbe en una mina. Y en medio de la emoción, algunos mineros confesaban a sus familiares que les costaba combatir la ansiedad. Desde arriba se les enviaba más cigarrillos que nunca. Se les recomendó en numerosas ocasiones que durante los 15 minutos aproximados que iba a durar el ascenso a la superficie procurasen no hiperventilar: la respiración, suave y pausada. En todo momento -les dijeron- iban a poder comunicarse a través de auriculares y teléfonos con los médicos de la superficie.
Y así… un sin fin de procedimientos, medidas, emociones, técnicas, oraciones, etc. Que hicieron posible el gran final de todo este procedimiento de rescate por la vida.
Al ver, escuchar, leer y hacer seguimiento a este gran acontecimiento mundial, solo se me ocurrió utilizar esta historia como metáfora…
Y… ¿Cuántas veces en nuestra vidas quedamos atrapados en lugares oscuros de nuestro sentir, de nuestros procesos internos… tal vez en momentos en los que no sabemos como vamos a salir, quien nos rescatará o como saldremos de los mismos?. A mi juicio, estos mineros tuvieron que recurrir a todos sus recursos internos, para poder sobrevivir y obviamente ya no son los mismos que cuando quedaron atrapados… tuvieron que recurrir a la confianza en otros, a la paciencia, la calma, la fe, las ganas de vivir, a los recuerdos, aferrarse al amor de sus seres queridos, a la amistad, el compañerismo… también tuvieron que “entregarse” al momento, rendirse ante su situación y superar, como bien dice la introducción, estados de ánimo como la ansiedad, el desespero, la negatividad, la soberbia, y vencer los miedos, la angustia y la desesperación.
Tomemos como ejemplo de vida esta metáfora en nuestros “Apagones existenciales”… en los que ciertamente no es nada fácil entrar y mucho menos salir… sin embargo, si en esos momentos en los que la vida nos pide detenernos, tuviéramos el coraje y la valentía de permanecer en la “Confianza en los procesos de la vida” y no saliéramos corriendo… sin duda alguna lograríamos ondear las banderas de nuestras vidas, en señal de victoria frente a las pruebas que necesariamente tenemos que trascender para poder evolucionar.
¿Has pasado o estas pasando por el encierro en una mina de tu vida?
¿A que recursos internos recurres para quedarte tranquilo(a) y esperar los buenos resultados de tu proceso?
¿Tienes confianza en que sucederá lo mejor y que saldrás de allí fortalecido(a)?
¿Qué haces para rescatarte a ti mismo(a)?
¿Aceptas y confías en la ayuda de otros que tal vez logren sacarte de allí?
¿Pides ayuda o creer que lo puedes todo?
Esos mineros transcendieron su existencia… se transformaron y ya no son los mismos… ¿Te has puesto a pensar como reaccionarías tú frente a un acontecimiento como este, si te sucediera a ti?
Reflexiona sobre esta metáfora y piensa en los recursos que están dormidos en ti y que necesitas despertar para trascender los grandes “apagones” en tu vida. Piensa en la ayuda que no pides, en las señales de vida que no das a los demás, en tus soberbias y tus resistencias… y verás que en la rendición frente a lo que no puedes cambiar, se encuentra tu mayor fuente de paz y transformación.