Ondina Pilca

MI BLOG

19 de diciembre de 2010

Me caí del mundo y no sé por donde se entra...


Por Ondina Patricia Pilca
Terapeuta/Coach profesional

Hola amigos… ciertamente esta es una época que transitamos de distintas formas, según sea el mundo de las interpretaciones que manejamos… Unos la ven como época de compras, de regalos, de salidas; otros aprovechan para hacer las cosas que no pueden hacer durante el año, otros viajan… en fin… para mi cada diciembre constituye una época de evaluación, de cierre de un ciclo y de revisión conciente de lo que me pasó en el año. Constituye para mí un tiempo valiosísimo para adentrarme en lo sucedido y observar cuantas cosas, relaciones, formas de ver y de pensar han cambiado dentro de mí y fuera de mí!

La Ley de la sincronía siempre me acompaña… y en esta oportunidad llegó a mis manos un texto del artista Eduardo Galeano, que me hizo reflexionar sobre mi gran caída del mundo este año… pero sobre todo porque buscaré entrar en el nuevamente desde mi y desde lo que valoro. Parte del texto dice así:

“Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los niños, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades ( y yo agregaría… solo para tener la aceptación de los demás).

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

De “por ahí” vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y bote que ya se viene el modelo nuevo”. Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un ARRUINADO. Así el coche que tienes esté en buen estado . Y HAY QUE VIVIR ENDEUDADO ETERNAMENTE PARA PAGAR EL NUEVO (Y YO AGREGO: Y MANTENER TU IMAGEN, DE VALORACIÓN POR LO QUE TIENES FRENTE AL MUNDO EN LUGAR DE LO QUE ERES).
Continúa Galeano… ¡¡¡Pero por Dios.!!! Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿SERÁ QUE CUANDO LAS COSAS SE CONSIGUEN FÁCILMENTE, NO SE VALORAN Y SE VUELVEN DESECHABLES CON LA MISMA FACILIDAD CON LA QUE SE CONSIGUIERON?
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! ME MUERO POR DECIR QUE HOY NO SÓLO LOS ELECTRODOMÉSTICOS SON DESECHABLES; QUE TAMBIÉN EL MATRIMONIO Y HASTA LA AMISTAD SON DESCARTABLES.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la IDENTIDAD QUE SE VA PERDIENDO, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour”.

Leyendo este artículo concluí, que ciertamente, este año me caí del mundo… pero estoy buscando como entrarle de nuevo SIN PERDER MI IDENTIDAD y ciertamente seguiré valorando lo que hasta ahora he valorado. Y me voy a levantar… encontraré el camino para entrar de nuevo, pero teniendo mucho cuidado de NO seguir como borrego a un colectivo cada vez más enloquecido y que insiste en valorar al otro “por fuera”.

¿Te caíste del mundo y no sabes como entrarle?
¿Este año “desechaste” a personas en tu entorno porque ya no te servían?
¿Sientes que te desecharon?
¿Qué es lo que estas valorando para vivir en paz, con tu día a día?
¿Qué es lo que tienes que recuperar, que tiraste a la basura y luego te diste cuenta que lo necesitabas?

Felices fiestas… pero no olvides reflexionar!

©Privacidad