Ondina Pilca

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11 de diciembre de 2014

La serenidad es el techo del alma

No sé si usted se acuerda o llegó a conocer, pero hace un tiempo apareció por ahí, una canción que decía: “Felicidad no existe, lo que existe son momentos felices”.
Verdad, ¿no le parece?

salta mar

Y confirma también, que la infelicidad no existe. Lo que existe son momentos infelices, o sea, todo pasa; hasta el sufrimiento, el dolor, las contrariedades, los problemas.
Aunque la gente no crea, siempre: después de la noche viene el día, después de la tempestad aparece el buen tiempo y luego de la oscuridad el sol vuelve a brillar.

Y en la vida también es así. No existe amargura o sufrimiento que no acabe o desaparezca. Por eso, frente a algo que nos incomoda o nos trae infelicidad, no podemos desesperarnos, pensar que no hay más solución. Es necesario, un poco, y, a veces, bastante calma y paciencia.


Usted podrá decir: “¡Está bien, pero cuando se siente en carne propia los problemas, no es nada fácil!”.
Estoy plenamente de acuerdo con usted, pues, ¿quién de nosotros no ha tenido sufrimientos, decepciones, y serias contrariedades en la vida? Quien diga que no , o está mintiendo o todavía no sabe lo que es la vida. Pero, ¿servirá de algo enfurecerse, insultar, acabar con la propia vida o cosa parecida? 

¿Resolverá alguna cosa? Usted sabe bien que no. Y es eso sólo ese asunto, ese afán porque
todo se resuelva rápidamente: ¡ya es ya! Parece que si uno se demora un poco más no va a aguantar.
Hasta ahí todo bien, pero dígame una cosa: es asunto común que toda noche, por más larga que sea, dará paso a un nuevo día. 

Las tinieblas desaparecerán y la luz del día regresará. Sin embargo, si ahora son las dos de la madrugada, ¿servirá de algo adelantar el reloj a las seis de la mañana? La respuesta es una sola: es inútil porque se tendrá que esperar que el tiempo pase normalmente. Ahora, mientras menos se preocupe y se angustie la gente, el tiempo pasará más rápido.

Si le parece conveniente lea esta reflexión que encontré en una página de revista:

"Si usted está apunto de reventar mentalmente, cállese unos instantes para pensar.
Si el motivo es una molestia en su cuerpo, la intranquilidad lo empeorará.
Si la razón es la enfermedad de una persona querida, su desajuste es un factor agravante.
Si sufrió perjuicios materiales, las lamentaciones no ayudarán a pagar la deudas.
Si perdió a alguien querido, la queja lo volverá alguien menos simpático al lado de otros amigos.
Si dejó atrás alguna oportunidad valiosa, inquietarse es desperdiciar el tiempo.
Si surgieron contrariedades, el hecho de enfurecerse alejará de usted a quien le podría ayudar.
Si cometió un error, la deseperación, es una puerta abierta para faltas mayores.
Si no logró lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo por alcanzar.
Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma y siga trabajando, porque, en todo problema, la serenidad es el techo del alma".

Nunca es tarde para recomenzar una nueva vida

Phil Bosmans y Padre Juca

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