En este viaje aprendí, que la
distancia te hace ver lo mejor y lo peor de ti mismo, reflejado en otros… vayas
donde vayas. Que el cambio de paisaje, no cambia las circunstancias que dejase
sin resolver… y muy al contrario las acentúa!
Que las miserias humanas salen en
cualquier momento, por que forman parte de la vida y aunque no te lo esperes,
se dejan ver en los peores momentos para que aprendas que no hay seguridad
alguna, en la confianza que deposites en otros, pero si en la que tengas en ti mismo.
Que la gente que menos esperas,
es la que aparece con mucho amor, en los momentos en que más lo necesitas… y
los que esperabas que estuviesen no lo hacen, para mostrarte que nada es
seguro, excepto que siempre estas bajo protección Divina.
Aprendí que la vida no es justa,
pero si dejas que el agua corra, las verdades salen a flote solitas y sin
necesidad de demostrar nada.
Aprendí que en las maletas, te
llevas mucho más que ropa y accesorios… te llevas tus asuntos no resueltos, las
lecciones no aprendidas y te encuentras con tus mismas circunstancias, en otras
caras, otros cuerpos y otros paisajes.
Aprendí que la gente que te
valora y te ama, te extrañará por siempre, dejando ver los vínculos basados en
la lealtad, la honestidad y el amor. Y la gente destructiva y tóxica, lo
seguirá siendo a pesar de poner tierra de por medio, porque no han aprendido a
vivir de otra manera y la única forma de desprenderte de ellos es desatar tú
mismo, los enganches emocionales que mantienes con ellos, por tu necesidad de
pertenecer.
Aprendí que la única manera de
iniciar una nueva vida, no es cambiándote de casa, ni de familia y mucho menos
de país… iniciar un nueva vida, implica una decisión de romper internamente con
todo lo que te limita y lo que te pesa. La misma vida se ocupa de poner todo en
su lugar, si realmente se suelta todo aquello que dolió pero que, paradójicamente
fue lo que te hizo estar en el lugar donde estas hoy y te hizo crecer y madurar.
Aprendí que en otro país tal vez
no eres nadie para el mundo, pero tú lo eres todo para ti mismo, y cuentas solo
contigo para edificar tus sueños y saberte protegido por la vida, a pesar de
situaciones adversas. Que es tan poco lo que necesita para vivir… basta con dos
maletas, tus recuerdos, tus recursos internos y saber quién eres, para que la
vida comience a sonreírte de nuevo. Que las cosas que dejaste son solo eso…
COSAS, y que al igual que con la muerte, no te llevarás nada que realmente no
necesites… y solo necesitas poquito y lo más grande que se tiene que es el alma
y tu ser.
Aprendí que los títulos y los
papeles en regla, no te hacer SER. Que muchas veces las más grandes
oportunidades se te presentan sin necesidad de ellos y que si dejas que la vida
te sorprenda, encontrarás caminos insospechados para cumplir tus sueños, y que
no se te desprende de nada que no haya estado perdido ya, desde hace mucho
tiempo.
Por fin aprendí esa frase que
tantas veces escuche… “Rico no es el que más tiene, si no el que menos necesita”,
y reitero mi gran aprendizaje… SE NECESITA MUY POCO PARA VIVIR… PERO VIVIR DE
VERDAD implica mucho más que ropa,
propiedades o dinero… implica mucho trabajo interno y consciencia, que es lo
que más nos cuesta en la vida, porque conlleva atravesar dolores y heridas
viejas.
Aprendí que desde el momento en
que te sellan el pasaporte de entrada a un nuevo país, inevitablemente te
sellan también el corazón, y ese sello queda impreso para toda la vida… y que
si no honras y agradeces las tierras que dejaste, no te irá bien en la que
pises.
La gente y la vida sigue su
curso, y cada burro tira para su monte… así que el encargado de tu vida eres tú
y eres el único responsable de la vida que sostienes en tu manos… donde sea… a
donde vayas!
Agradezco y bendigo mi aprendizaje,
en este viaje que no se llama Chile… se llama VIDA!
Hasta pronto.. y que cada quien
continúe su viaje, cargado de aprendizajes!
Ondina Patricia Pilca
Psicoterapeuta/Life coach
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