Ondina Pilca

MI BLOG

20 de marzo de 2017

TE LIBERO DE SER UNA NIÑA BUENA

"Yo fui una “niña buena” y como madre te libero de tener que serlo porque no es sano.
Ser una niña buena significa ceder parte del control de tu vida a los demás; intentar agradar a las personas que más quieres, de manera inconsciente, a costa del propio dolor o de la injusticia; obedecer a los mayores (padres, profesores etc) dejando a un lado tus propios deseos; no permitirte el enfado, ni la rabia.
Ser una niña buena significa caer en el rol de ser demasiado madura para tu edad y perderte parte de tu infancia. Significa tender a la perfección y a la excelencia, una trampa del mundo de los adultos para cortar las alas.
Hija mía, ser una niña buena significa (a veces) por desgracia enfermar. Enfermar para escapar de la presión de un mundo familiar y escolar que limita la propia creatividad, la libertad y el juego de experimentación de la vida, que pone en una jaula los propios deseos y algunas emociones, bajo el disfraz de que es por tu propio bien.
Yo fui una niña buena que sobrevivió (hoy puedo decir que soy una adulta desobediente y creativa) pero sufrí un buen rato en el camino.
Yo fui una niña buena que supo acompañarse de buenos terapeutas y crecer.
Como madre, yo te libero de todo esto....."

Myriam Moya 
Que bueno si estuviésemos llenos de madres, así de conscientes. No es nada cómodo vivir reprimiendo cosas, callando cosas, tratando de no molestar a los demás, creyendo que no somos suficientes, que los demás son mejores, etc. etc. Todo esto producto de haber sido niñas buenas, acomplejadas y muy frustradas, porque no vivimos las experiencias que teníamos que vivir, porque no nos enseñaron a amarnos y aceptarnos tal cual somos... Es duro la palabra SOBREVIVIENTES... pero eso fue lo que fuimos, si nos obligaron a vivir presas de condicionamientos externos... para no dar que hablar, para ser el ejemplo, etc. etc... formas miles de mutilar nuestra creatividad y nuestra esencia. Sí... sobrevivimos a muchas esenas duras que se presentaron en nuestras vidas, tal vez vividas en soledad y aislamiento, por tener mucho miedo a perder nuestra imagen! Y solo por eso somos merecedoras de reconocimiento, amor y compasión, que proviene de nosotras mismas.

La herida que produce en la psique humana el miedo al rechazo y al abandono, a la exclusión, la desconfianza... el andar como sobre cáscaras de huevo con temor a romper algo, es difícil de curar. Y esa herida es la única responsable de las muchas miles de formas que adoptan nuestros sufrimientos.

Aunque suene fuerte, sanar implica sentir con profundidad nuestro dolor y no seguir ocupándonos de las heridas de otros, o distraidos con problemas y que no podemos controlar ni resolver.

La auténtica curación se produce cuando percibimos la verdad de esa herida y la afrontamos. La valentía de sentir el dolor y los miedos propios, es una especie de rendición a la vida.

La curación que conduce al amor y a la plenitud nunca ha sido otra cosa que una rendición a uno mismo, una rendición que conduce a nuestro verdadero dolor.

Gracias al Dr. Robert K. Hall y al Taller "Atención al presente" por la orientación

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