Mujeres 4x4. Así les digo popularmente a las mujeres que hacen de
todo al mismo tiempo, creyendo que pueden con todo. Unas todo terreno con doble
y triple tracción. Hechas para vencer cualquier obstáculo tal cual como
las camionetas o vehículos rústicos.
Conozco
algunas que se llenan de orgullo al reconocerlo y hasta lo toman como si
se les estuviese entregando un trofeo. La verdad es que esa capacidad para
coordinar tantos ámbitos vitales con cierta eficiencia es digno de
admiración, consideración, respeto y muchas veces hay que quitarse el sombrero.
Hijos, marido,
casa, trabajo, diligencias varias, escuela de los niños, médico, estudios,
ocupaciones varias -que les pertenecen a otras personas-, y un largo etcétera
llevado con la gracia de un malabarista, es la viva estampa de la mujer de
muchos de nuestros países latinoamericanos.
Nos podemos sentir muy orgullosas
Es un hecho. Pero
si continuamos así terminaremos: desgastadas, cansadas, enfermas y sin vida
propia, producto del mal sueño, mal comer, cargar con problemas propios, ajenos
y producidos por nosotras mismas. Un montón de gente dependiendo de nosotras.
No resta mucho
tiempo para diversión, disfrute o relax propio porque siempre hay algo más
urgente/importante. Una sensación de culpa permanente cuando no te ocupas
de alguien porque no puedes o porque no quieres.
Casi todas las mujeres latinoamericanas, venimos de madres 4x4
Muchas de estas
madres eran solteras, o divorciadas, o viudas, o con maridos ausentes de
las responsabilidades del hogar, que solas le “echaron pierna” a la vida.
Otras casadas,
pero encargadas al mismo tiempo de todo el quehacer doméstico y laboral,
sin más ayuda que sus propias manos y pies. Y lo lograron. Ese matriarcado
social, donde todo gira en torno a la mujer echada para adelante, que casi
anda en caballo, usa una capa, corona, espada y escudo, es lo que nos ha perseguido
siempre.
Si venimos de
allí es lógico copiar el modelo. Y entonces sentimos tipo normal que la pareja
no se involucre en las “cosas de las mujeres”. Y cuando se meten
reciben el mensaje “esto no es asunto tuyo”, aunque la queja de que es muy
pesado llevar todo a cuestas, existe y es real.
En uno de
nuestros talleres sobre Empoderamiento Femenino, una chica confesaba que a
ella le hubiese gustado mantenerse trabajando como vendedora y vivir sola,
que era lo que hacía hasta que su madre murió. Su padre y sus hermanos -todos
grandes-, al quedar solos, le pidieron a ella que volviera a la casa a encargarse
de la limpieza y el orden, porque “la mujer es el pilar del hogar”. Me
llamó la atención que ella estuviera de acuerdo con sacrificar su vida
personal por irse a cuidar y dar de comer a hombres perfectamente capaces
de mantenerse a sí mismos. Lo peor es que la frase “la mujer es el pilar
del hogar” ¡era suya! Convencida de tal afirmación, al pronunciarla le
brillaban los ojos, al mismo tiempo que expresaba que con ello se sentía necesaria
e imprescindible. Creo que está más que clara la manipulación emocional en
juego.
Pienso que las mujeres para poder avanzar, debemos
ser un poco más humildes reconociendo que solas no podemos, que
necesitamos repartir las cargas porque no es justo llevarlas sin el apoyo
de los que conviven con nosotras, que tenemos que aprender a pedir y
dejar de ufanarnos de ser unas 4×4.
De eso se
han aprovechado muchos en el pasado y en el presente. Ya basta.