Aprovechando el mes del amor y la amistad,
escribo ahora desde otra perspectiva sobre el amor, que obviamente por mis
experiencias, ahora poseo y ahora comparto.
En mi vida siempre pensé que no encontraba ese
otro “ser” que se ajustaría a lo que yo quería, merecía, o estaba esperando.
Por mi vida (y siempre lo digo con mucho orgullo) pasaron muy buenos partidos,
a quiénes yo rechacé bien por una o por otra razón. Mi discurso siempre era: no
tengo suerte en el amor, todos los hombres son iguales, esto no es lo que
merezco, más adelante encontraré algo mejor, etc.
Y así fui poco a poco victimizándome y
sintiéndome cada vez menos tolerante a las diferencias del otro, a sus gustos,
formas de pensar, formas de hacer, y todo aquello que no encajara en la idea
que yo tenía de lo que ese ser tenía que hacer para complacerme a mí. En esa
época, pues estaba yo buscando un ideal de pareja que no existió, ni existirá
nunca. Solo en la cabeza de aquellos, a quiénes se les ha inculcado un tipo de
amor, que no se corresponde con la realidad. Que han recibido mensajes del
exterior y de tanto “especialista” que hoy existe en el tema pareja, un tanto
disfrazado por la experiencia personal y de lo que observa en otras parejas.
Hoy, afortunadamente, manejo otro tipo de información
Mis pensamientos, mi sentir y en mi accionar,
lleno de respeto profundo por lo que no sabemos que el otro necesita. Sí, no
sabemos si esa persona necesita a ese otro con quien discute todos los días, o
a aquel otro que no la mantiene económicamente, o esa otra que lo cela y lo
persigue.
Antes que nada, comencé a respetar
profundamente a las personas que atraía, ya que NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE,
puede saber las razones más allá de lo evidente, que puede existir para que esa
persona se haya encontrado con un determinado tipo de pareja.
La única intervención a mi juicio válida, es la
de acompañar a esas personas para que vean la lección oculta detrás de ese ser
(y si es que la quieren ver), crezcan en esa relación y decidan ellos mismos
cuando salir, y si es que quieren salir.
Hoy, creo que el amor parte por el respeto. El
respeto a uno mismo, el respeto por el que llega, por el que se va, por el que
viene a mostrarte un camino de crecimiento y transformación.
La visión infantil del amor, es la que se
corresponde con el inicio de este texto: un amor que viene a complacerme, a
hacerme sentir cómoda o cómodo, o alguien que viene a llenar todas mis
insatisfacciones y carencias.
El amor maduro y adulto, parte de que soy 100%
responsable de haber atraído a esa persona a mi vida, tal cual es, y que tal
vez implica mucho trabajo personal, que no es nada sencillo. Más aún cuando
queremos todo YA, y sobre todo que el otro cambie para no seguir sintiéndome
incómoda o incómodo.
La pregunta antes de querer tener una pareja
es:
¿Estoy dispuesta/o a CRECER?
Porque seguramente esa persona vendrá, a
sacarte completamente de tu zona de confort.
¡Feliz mes del amor y la amistad consciente!