Nuestra relación con el dinero también pudiera caer en
la categoría de "ESPECIAL", si lo
tratamos como un ídolo, si nos quitan el sueño las deudas, y vivimos
preocupados por nuestras cuentas.
El dinero ciertamente es solo un medio para poder desempeñar nuestro propósito de vida más
tranquilamente, pero no puede representar la solución a todos nuestros
conflictos, y ciertamente no lo es.
Tener mucho o tener poco, no hace que desaparezcan
nuestros conflictos y muy por el contrario nos impide resolverlos acertadamente
y lograr la paz interior, al volcar
nuestra atención a la preocupación por conservarlo o por encontrarlo.
Tanto si tenemos mucho dinero, o estamos en escasez,
ambas posturas pueden verse como peticiones de amor. En realidad, todo es una petición de amor, porque creemos que no
somos amor y andamos constantemente
en el miedo.
El dinero y las deudas no significan nada.
El dinero, un medio; la deuda una experiencia
terrenal. ¿Hay que vivir con dinero? Sí, por supuesto. ¿Hay que pagar las deudas? ¡CLARO QUE SÍ! Más ambos deben pasar a un segundo plano en nuestras vidas. No
nos pueden quitar el sueño, ya que con dinero no se solucionan nuestros
principales conflictos, como nuestra angustia, ansiedad, desconfianza,
preocupación, inseguridad, y en fin, la pérdida de la tan buscada paz.
Todo esto me lo enseñó un gran maestro, además me
dijo que había un punto psicológico importante en nuestra preocupación por
pagar nuestras deudas: el trasfondo religioso:
Tengo que pagar porque se lo debo a Dios.
Y como no podemos pagarle la
deuda a Dios (porque lo que Él nos dio es impagable), entonces lo proyectamos
sobre los bancos y sobre nuestros hermanos.
Queremos saldar inconscientemente la deuda que tenemos
con Dios, pagando las deudas a tiempo.
Cuando nos preocupamos por nuestro ídolo dinero, el ego
está feliz, porque sabe que así no tendrás paz y no podrás desempeñar tu
propósito de vida en fluidez y plenitud.
Dejemos de venerar las imágenes: DINERO, PLATA, DEUDAS.
¿Nos falta dinero? ¡NO! Lo que nos falta es fe
verdadera, y no de boca solamente, en que el amor de Dios es nuestro único y verdadero sustento.
Perdonemos al dinero, por tenerlo como una solución
mágica de la vida.
La relación con el dinero también hay que sanarla.